martes

Vacaciones

Cuando salí del furgón vi a la Vero corriendo como a quince pasos de mí, estaba intentando pillar un conejo que se alejaba rápidamente de ella, el Coke celebraba su tercera hormiga quemada con la lupa que el abuelo le había regalado para navidad. Mi papá prendía el carbón y mi mamá miraba a mi hermana corriendo tras el orejudo, que ya había perdido de vista. Le subí el volumen a la radio del auto, me gustaba ese cassette de Janis Joplin (fue el primero que se compró mi papá al enterarse que el furgón venía con cassettera)… no se, encontraba que se parecía a la voz de la abuela; a veces con la Vero nos la imaginábamos cantando así, y la imitábamos escondidos… nos matábamos de la risa.

Mi papá se sobajeó las patillas que le llegaban hasta el cuello, mirando como si buscara a alguien, cuando me vio me pidió que le ayudara a poner la parrilla arriba del tambor. Me ensucié las manos con grasa y me las limpié en la polera, a mi mamá no le gustó mucho eso y me gané un par de zamarreos. Había olor a pino… a pino y a humo de carbón.

En dos semanas entraba a clases, pero no me importaba…

En la tarde nos bañamos todos en el río, menos mi mamá que se encargó de ordenar las cosas, poner el colchón en la parte trasera del auto, y hacer unos panes con jamón para el viaje, ese día volvíamos a la ciudad porque mi papá tenía que trabajar al día siguiente.