viernes

Ese espacio que hay entre el espejo y yo

– “Cuando tocas un espejo con la punta de un dedo, estás a punto de tocar tu propia yema en dos universos distintos, paralelos. Sin embargo nunca alcanzas realmente a hacerlo, siempre queda ese espacio, ese pequeño medio centímetro que te impide entrar en contacto con tu reflejo, con ese mundo extrañísimo donde arriba y abajo son iguales que acá, pero izquierda y derecha son diametralmente opuestos.

Que ganas de tomar un martillo y romper ese muro que me aleja de mi, y atravesar hacia el otro lado, saber que se siente darme la mano, tocar mi rostro, o abrazarme como si fuera un viejo amigo que no veía hace años. Pero es tan extraño todo esto que si rompo el espejo, no solo no puedo pasar al otro mundo, sino que además echo a perder la opción que tenía de observarlo, presenciarlo. Es como una ventana, como esa que da al exterior, como si al romper ese muro desapareciera un mundo entero frente a mi ojos, se destruyera por completo y el vacío y la nada quedaran inmensos ante mi.


Al romper un espejo te encuentras generalmente con una pared. Entonces no entiendo, el espejo es un muro, la ventana es un muro, la pared es un muro, y el muro es el vacío y la nada... y yo sin poder entrar en contacto conmigo. La vida parece ser más sencilla para un reflejo, un simple buen actor que remeda todo lo que haces, tú ríes, él ríe, tu levantas un brazo y él también, como si fueras tú, pero vacío, sin aportes, sin creatividad. ¿Pero de qué me sirve mi creatividad en un lugar donde solo hay muros? ¿de qué sirve ser creativo en el vacío y la nada? Es como si estuviera atrapado dentro de mi reflejo. Cuando actúo por actuar, por condescendencia, cuando soy falso, soy mi reflejo, mientras estoy atrapado dentro de él.



Dicen que un tío mío logró una vez atravesar ese espacio que queda entre el espejo y la realidad… no se encontró con su reflejo, simplemente entró en el espejo y desapareció, pero eso no es tan raro, lo extraño fue que su otro yo, el que vive en el espejo, se quedó ahí, estático, de pie, con la mirada perdida hacia el frente. Claro, el imitador se quedó sin quien imitar.

Han pasado varios años y mi tío aún no aparece. Su reflejo no se ha movido del lugar donde quedó… ya nadie duerme en esa pieza, de hecho, la clausuraron por fuera hace unos meses y ya nadie puede entrar, claro, no quisieron romper el espejo por si mi tío alguna vez encuentra la salida. Esa parece ser la reacción normal de la gente cuando no entiende las cosas, evitar los espejos y cerrar la puerta por fuera”.