lunes

El final

La paranoia a nivel mundial era insostenible, se cumplían 6 meses desde que se dio a conocer el fenómeno por primera vez en los medios públicos, cuando aún no dejaba de considerarse como un hecho aislado que involucraba a un pequeño grupo de personas alrededor del mundo. Hoy, ya todos habían tenido el mismo sueño, cada ciudadano del planeta, cada noche, la misma epifanía repetida una y otra vez. El mundo se encontraba sumergido en el caos y en la contradicción, ya se habían detectado los primeros actos suicidas por parte de individuos que no lo soportaron. Los psicólogos no daban crédito a lo que estaba sucediendo, se citaban reuniones de los líderes mundiales y no llegaban a ningún resultado, algunos otros habían adoptado la decisión de no volver a dormir, pero tarde o temprano caían desmayados, ya fuera por culpa del cansancio extremo o por el colapso de las pastillas, y ahí, nuevamente, la misma visión… la misma sádica y oscura visión:

Un satélite espacial, con el logo de la Nasa a un costado, recibe una extraña lectura proveniente del sol, los especialistas no demoran en llegar a una respuesta, se trata de una anomalía energética que está provocando la explosión súbita y repentina de un volcán solar que mide 10 veces nuestro planeta, era una gigantesca bomba de tiempo que nadie podía pronosticar cuando explotaría, pero al hacerlo iba a generar una descompensación en nuestro sistema solar, desprendiendo un pedazo del sol, provocando, antes de un abrupto cambio climático, que la energía liberada por el cuerpo celeste acabara con todo nuestro sistema solar y varios alrededor del nuestro en menos de un día.

Al salir a la calle, o a lo que quedaba de ellas luego de incontables saqueos, robos y accidentes, significaba sumirse en lo más profundo de la decadencia humana, el llanto de las guaguas duraba 24 horas (posiblemente por culpa de la pesadilla) y se podía escuchar desde cualquier lugar, rural o urbano, la hostilidad y el miedo habían terminado de carcomer lo poco y nada que quedaba de “personas” en nosotros, ahora convertidos en espantosos animales.

Reconocido bajo el eufemismo “Factor A.D.” proveniente de “Apocalipsis Dream”, científicos, doctores, y conocedores de todo el mundo vaticinaban el fin, y aunque la pesadilla no fuera a suceder nunca, el pánico masivo se había vuelto incontrolable, y los daños hechos al planeta y a nuestra especie por culpa de este, hacían del fin algo irreversible.