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Breve manual para lograr ser un escritor consagrado

Todo escritor que se precie de tal, debe volverse loco al menos una vez en su vida. Debes dejar que tus cabellos tomen el lápiz y llenar la tinta con tú piel, escribir corazón una y mil veces, y dejarte llevar.

El motivo a relatar tiene que ser importante, vital, y debe valer la pena morir por ello: tu boca, una mano, la hoja que cayó del árbol o el detalle de cómo escurre esa gota sobre su hombro, son excelentes motivos.

Debes dejar que las palabras viajen por tu cuerpo, que las letras salgan de tu núcleo y desesperadas busquen el torrente, la vena que llega a tus manos, resbalarse por las uñas y romper tu piel si no las dejas salir. Parirla con dolor, alegría, pena o calor, que sea bruta, pura y transparente, real.

Y lo que brote debes amarlo, porque cuando lo leas por primera vez será parte de tu alma detonada, serás tú y el universo, conectado con cada persona que a lo mejor jamás leerá lo que dijiste, pero algo lo detendrá, y sentirá ese abrazo que le acabaste de enviar.

Todos somos escritores al menos una vez en la vida, y yo lo fui contigo. Gracias a ese tono de luz dorada que se derramó sobre tu piel una tarde cualquiera, que me hizo mirarte con otros ojos a tus ojos, que me volvió loco.