Carta encontrada abierta sobre una tumba
Hoy me dieron ganas de escribir, y aunque no tengo claro cual es la finalidad de estas letras, dejaré que fluyan como tu lo hiciste. A lo mejor simplemente quiero decirte que te he echado de menos, pero no me refiero a esos momentos únicos, a ese beso o a ese abrazo, sino a lo común que había contigo, lo nimio y sin importancia que, probablemente, tu nunca vayas a extrañar. Saludarte, ver que estás ahí, que suene la alarma del teléfono para avisarme que me quieres hacer parte de ti, que algo te causó gracia, o que te acordaste de mí. Hablarte cosas “importantes” y ver tu mirada atenta y profunda, para luego escuchar tu comentario sarcástico que me invitaba a tomarme las cosas más a la ligera. Echo de menos soñar contigo, donde te besaba lenta y suavemente, donde era capaz de recorrerte con mi boca. Pensándolo bien, también extraño las cosas especiales, también extraño ese beso y ese abrazo… me gustaría que estuvieses aquí, a mi lado, leyéndome mientras escribo esto, observando mi rostro solitario formar tu nombre en cada gesto. Pero decidiste que no fuera así, y estas letras te lo agradecen, ya que por eso existen. Te he echado de menos y no debería, porque ahora lo correcto sería partir corriendo hacia ti, verte, abrazarte en este instante fuertemente, permitir que nuestros dedos se entrelacen, ver como subes tu rostro y cierras los ojos, permitiéndome derramar en tus labios todos los besos que se rebalsan de mi boca.