lunes

Las chimeneas

En estas fechas pasa algo realmente inaudito, nacen unas chimeneas rarísimas en toda la ciudad, en cada hogar aparece una, si vives en un departamento salen horizontales desde alguna pared, y si tu hogar no tiene techo, algunas vienen con uno incluído.

Crecen en la noche, mientras todos duermen. Cuadradas, con bordes de ladrillo rojizo, y con el espacio justo para que una persona como tú quepa dentro poseen una gran extrañeza, y es que botan una especie de resina mágica, permitiendo que cuando alguien quiera subir o bajar a través de ellas, éstas adopten por dentro la forma de una cómoda escalera; eso sí, no cualquiera puede entrar a estas chimeneas, solo la gente con buenas intenciones puede lograrlo, y como dato curioso, la misma resina de las chimeneas tiñe fuertemente todo lo que roza, volviéndolo de un rojo muy intenso; por eso, si vez a alguien que anda vestido con ropa teñida de rojo, no temas, probablemente es alguien con buenas intenciones que quedó manchado por pasear entre chimeneas.

Nadie sabe bien cómo funcionan o por qué salen en estas fechas, pero sin duda hacen un buen trabajo, mejoran los hogares llenándolos de luz y paz, provocando que los grandes anden más felices (y, por ende, los chicos también).

Cuando cambia el año, al igual que como aparecen, se desvanecen en cuestión de una sola noche, sin dejar rastro alguno, excepto por supuesto en nosotros… recordándonos que son reales, y alimentando la esperanza que las volveremos a ver, el otro año, por estas mismas fechas.

________________________
N. del A: ¡Feliz Navidad!

Cuando un vagabundo muere

Dicen que cuando un vagabundo muere, se convierte en polvo, que solo deja sus prendas sucias en el piso, tiradas por ahí, que sus restos los levanta el viento para mezclarlos con la ciudad. Un poco de mendigo hay en el pavimento, otro poco en los edificios, algo en el aire que respiras, y seguramente también cae un pedazo en algún perro símil por ahí.

Cu
ando inhalas y sientes el aire rancio, es él, y por una milésima de segundo, sientes esa apatía por el mundo, que era suya.

D
icen que cuando un vagabundo muere, nadie los ve morir, la transmutación a polvo es rápida, y solo otro vagabundo puede apreciarla, sin embargo si lo logra, quiere decir que él será el próximo.


_______________
Foto de mi autoría, Autopista Central.

miércoles

Las trepidantes aventuras de Wasinflei III

Un gnomo golpeó a Wasinflei en la frente, y como no le pidió disculpas él le compró un helado y hablaron del futuro.
Wasinflei no fue rencoroso porque cuando peque, su madre le enseñó a nunca pelear con gente más pequeña que él, y el es muy alto para los gnomos.

jueves

Contrapunto Jumbo v/s Líder

En productos te doy tumbo
Eso lo tengo muy claro
A mi me dicen el Jumbo
Ojo no me voy de tarro

Los tarros los tengo yo
Metidos en mi despensa
A mi no me falta Dios
Soy el Líder no hay ofensa

Soy el Jumbo soy honrado
Métete eso en la cabeza
Lo barato cuesta caro
Eso a mi no me interesa

Eso es vender la pomáh
El Líder es sentimiento
A mi no me cuestan náh
Los productos que estai viendo

Mi elefante es más antiguo
La gente ya lo conoce
Igual te achunchai conmigo
No se me revele entonces

Mi eslogan es conocido
Mantengo la vista al frente
Yo ofrezco lo que es querido
Los precios más bajos siempre

Igual no te tengo miedo
César dijo a Barrabás
Prefiero tener buen ego
Mi calidad no cuesta más

No le va a ninguna parte

Esta pelea de carros

Cada uno a sus estantes

Como chanchos en sus barros

________________________
NOTAS:
- Por razones obvias, la idea era lanzar este contrapunto en Septiembre, pero se atrasó el editor (¡¡ejem!!, si... soy yo mismo)
-El contrapunto es un trabajo poético hecho para que canten 2 solistas en tono de cueca en una contienda, la última estrofa se reparte mitad y mitad, siendo la más compleja ya que el 2° cantante depende de lo que diga el 1° para realizar la rima.
- Esto es un homeaje a los grandes cuequeros bravos, quienes tenían el inmenso don de improvisar tremendos contrapuntos como arbitro-jugador, noche-día, puerta-ventana, etc. Especialmente a los Parra, ojala lo hayan disfrutado.

Cuento de un atardecer

Y así, se levantó de la vieja y desgastada silla de terciopelo burdeo, malformada por los años de roce. Esa vez, decidió caminar para ver la puesta de sol desde el balcón; prendió un cigarro, aspiró el humo rancio que hacía tanto tiempo no disfrutaba, y disfrutó la vista. Al girar y mirar hacia adentro vio su cama y, en ella, el nuevo personaje que esperaba sentado en una esquina. Inhaló una última vez y apagó el cigarro contra la madera de la baranda, caminando descalza abrió el refrigerador, se preparó unas tostadas. A la mitad de la segunda se atoró, intentó toser, resistirse; su piel, antes comparada con azulejos, ahora brillaba roja como el fuego, sus ojos se empezaron a teñir en sangre, se rindió. La muerte se puso de pie, dejó la habitación con balcón, le sonrió, la tomó de la mano, y se la llevó para que descansara.

miércoles

Las trepidantes aventuras de Wasinflei II

Wasinflei no lo sabía, pero al dar la vuelta aquella esquina, un gnomo le preguntaría la hora.
...Justo caminaba sin su reloj, será para la otra.

viernes

Cambalache

Nunca fui muy cercano a mi abuela, sin embargo, hubo un tiempo en que comencé a sentir una gran curiosidad por su vida. No tengo claro el motivo, a lo mejor fue, sencillamente, porque sabía que no le quedaba mucho tiempo.
Difícil tratar con ella, le diagnosticaron alzheimer, una enfermedad llena de interrogantes; viven un mundo paralelo que raramente se conecta con el nuestro –“Es como un niño de 8 años” – decía el doctor –“Y va a seguir retrocediendo” –. A veces, me sentaba al lado de ella, en una de esas sillas que son para dos personas, que tienen un toldito y te permiten balancearte levemente mientras observas hacia el patio central de la casa de reposo. Ella ya no me reconocía, y seguramente por eso debió ser que nunca me contestó muchas preguntas; ante esta situación opté por, simplemente, sentarme al lado y esperar a que ella me hablara.
En ocasiones, mi abuela balanceaba los pies en la silla, con sus manos tomadas y la mirada perdida, comenzaba a tararear un tango, y junto a ella, yo me dedicaba a leer libros sobre la enfermedad y a esperar que en algún momento decidiera comunicarse.
Por otra parte, mi hermano asumió la responsabilidad de vender la casa, y por ende, rescatar las pertenencias y recuerdos importantes de la abuela.
El otro día, estaba con ella cuando, repentinamente, llegó él, exclusivamente para mostrarme lo que había encontrado en la antigua casa de la meme; una copa del primer lugar en una competencia de tango y una foto en que salía con el abuelo. Ella, al ver el trofeo en manos de mi hermano le comentó –“Yo también gané uno de esos una vez, ¡con mi viejito bailábamos de las mil maravillas!” –.
Desde entonces, cada vez que iba a verla me contaba de la hazaña que había logrado, de cómo bailaron con mi abuelo, de cómo la gente los aplaudía de pie, del gran salón de madera con cortinas de terciopelo rojo, de lo bien que se sintió.

Hoy mi abuela ya no está, y como resultado creo que le perdí ese miedo a la vejez, debe ser porque ahora me toca a mi vivirla, ese pavor a no entender la enfermedad de mi abuela, y de saber que el alzheimer es altamente hereditario.
Hoy ya estoy más relajado, no hablo mucho, un nieto mío viene a verme los domingo a esta casa nueva, se sienta a leer un libro y yo, sin decirle nada, le tarareo “Cambalache” para que sepa que da lo mismo lo que hagamos, total, uno siempre termina donde mismo, y es mejor dejar de lado el miedo a vivir y dedicarse a reír un poco más.
___________


Nota del autor:
Creo que es mi deber comentarles que con éste cuento gané por primera vez algo gracias a un cuento. Obtuve el primer lugar en una competencia en la que el jurado eran los miembros del Taller literario Tirso de Molina, hubo reconocimiento, diploma, regalo, y cocktail. Estuvo entretenido. Espero les haya gustado.

martes

¿A qué juegan los sueños?

¿A qué juegan los sueños? pero no esos sueños gigantes, sino esos pequeños que aún no crecen, aquellos diminutos que no pertenecen a magnates o a triunfadores. Esos sueños que son como niños, que andan por todas partes, que avanzan corriendo de cabeza en cabeza, en nosotros, los peones.

Cuentan que una vez, uno hizo creer a una joven mujer que conocería a un hombre, que lo abrazaría, lo besaría, y se enamoró profundamente. Una noche tibia de primavera, cuando ya eran pareja, ella lo invitó a comer, luego eso, él la fue a dejar, ella se acostó y feliz se durmió.

A la mañana siguiente, al despertar, no pudo creerlo, todo había sido un sueño, el verlo, el que le gustara, el pasear, el amor, todo. Algo más de 2 años de relación, soñados.

Más fue su asombro al notar que ese día, era el que supuestamente lo iba a conocer, a re-conocer, e iba a pasar por todo aquello que ella ya sabía, pero él no.

Los otros sueños reprendieron al pequeño que le regaló esa visión a la joven -¡Nuestro trabajo es hacerlos viajar a lugares desconocidos, no a lugares que van a conocer!- le decían. El sueño pidió perdón, mas pasado un tiempo lo hizo denuevo, esta vez con él, ¿qué habrá soñado?, nadie sabe pero amaneció llorando abrazado al lado de su esposa.

miércoles

Las trepidantes aventuras de Wasinflei (desvaríos fútiles)

Wasinflei se fue a casar gnomos, por eso él es feliz en estos días. Se compró un auto y se fue a bailar.

*N. del A: Estimado lector, debo asumirme como un ente que a veces resulta muy divergente y vacuo, a partir de ello nacen Las trepidantes aventuras de Wasinflei. Espero sea el primero de muchos desvaríos fútiles, ya que todos tenemos derecho a hablar banalidades de vez en cuando, lo que por supuesto, también nos da el permiso de escribirlas.

*2° N. del A: Esto NO es un giro del blog, solo un placer que me tomaré de vez en cuando. Espero le guste.

jueves

sisofromate MaL

A Kafka
Esa mañana, Samuel Guzmán abrió los ojos y descubriose convertido en un horrible ser humano. Cabellos negros, ojos pardos, traje oscuro, camisa blanca y zapatos lustrados.

No lo podía creer cuando se observó en el espejo de su habitación, de pelo corto, barba bien afeitada y "excelente presencia".

Un asco y un pavor incontrolables llenaron cada partícula de su cuerpo, las pupilas se le dilataron, le tembló la mano derecha, perdió levemente el equilibrio y sintió el vómito subir por su garganta. ¿Qué iba a hacer ahora?, ¿cómo iba a salir de su pieza?, y peor aún, ¿qué iban a decir sus amigos escarabajos?

10 pesos

-"Hace días que quiero escribir, pero no se me ocurre nada...

Miro al cielo y veo como los dragones se enrollan juguetones entre las nubes rosadas y doradas de un atardecer, pero no me inspiran nada.

Observo cómo el fin llega al mundo, el gigantesco apocalipsis en el que estamos envueltos, donde la ira, el odio, y el miedo hacen girar la Tierra, pero no me inspiran nada.

Espero que las historias de personas importantes se acerquen y me rocen ¿Dónde estás Gandhi?¿Qué ha sido de tu vida Malcom?¿Dime por qué Bush?, pero ellos no responden, y no me inspiran nada.

Colonizo lunas, desiertos, hielos y pantanos, observo desde la cima de una montaña, y no se me ocurre nada.

Me siento a esperar a que caiga esa hoja de otoño que te hace detener y reflexionar, regalándote una idea para escribir, y caen tantas, y solo caen, y luego, nada"- pensaba el hombre mientras contemplaba esa brillante moneda de 10 pesos que había pateado sin querer, una noche cualquiera en la ciudad. -"¿Por qué estás feliz, simple moneda?".

martes

De vainilla (delirios de un labial)

-"Recorrer tu labios... es un regalo cada vez que me lo permites, tu boca es todo lo que conozco, todo lo que se, cuando tus bordes se separan para decir algo, para besar, entonces me besas… me impregno en cada surco, me derramo en cada grieta de esos hermosos labios, humecto lo que eres, derrito lo que dices, amo lo que respiras"- y exhaló al mismo tiempo que ella lo hacía.

Sin abrir los ojos

Con la yema de mis dedos te recorro tan lentamente; ese roce, que con su vaivén sudoroso siento como provoca una cosquilla que desciende lentamente desde el término de mi nuca hasta el fin de mi espalda; trémula te encorvas y de tu piel sale ese olor a hierba húmeda, el vapor de agua expulsado por nuestros cuerpos quema; sumido en el péndulo de tu respiración femenina... agitada. Silencio. En la oscuridad más total siento que te despegas, lenta y cansada; decirte que te quedes sería inútil, lo sé; percibo como me tapas cuidadosamente con las sábanas, que se adhieren a mí porque aún no termino de sudar; escucho como abres la ventana, pisas delicadamente el pasto del jardín, y te vas. Sin abrir los ojos, duermo.

sábado

Historia de una ida.

Un viajero errante, anacoreta, se detuvo una vez en un pueblo, necesitaba agua y alimento para poder continuar. Al primer día no logró encontrar trabajo para comprar sus víveres, por lo que tuvo que pasar la noche en casa de un desconocido, quien admiraba la vida de los viajeros eternos; tiernamente le abrió las puertas de su casa. Al día siguiente, buscando trabajo en la feria, conoció una mujer… con el tiempo se enamoraron profundamente. Se casaron.

Años después en el mismo pueblo, un buen amigo, quien le había brindado asilo su primera noche ahí, le preguntó: “¿No extrañas tus viajes, tus aventuras, esos lugares desconocidos a los que ibas, o lo inesperado que pudiera suceder?”. Esbozando una sonrisa, el hombre contestó: “Una vez que llegué a la cima de esa montaña, al fin encontré lo que buscaba y pude seguir subiendo".

viernes

El vago

"Que simpático dueño de las calles”, pensaba mientras no podía despegar mis ojos de la holgura con que dormía, él, que pide limosnas sin hablar, que sobrevive acompañando a su reflejo, que se conforma con ese poco de cariño que le puede entregar una piedra o un palo perdido. Que comenzó su vida trashumante apenas nacido, que ha vivido inviernos más áridos y veranos más inundados de soledad, que ladra con fiereza pero moviendo su cola, esa cola que arrastra cuanta pelea y arranque puedas imaginar.

Entonces despertó, me observó durante un par de segundos, y corriendo tuve que partir para evitar que esa vez, que también movía la cola mientras me perseguía, no fuera con motivos tan amigables como los que pensé antaño.

miércoles

La puerta


¿Una puerta? Qué difícil, si son tan diversas, y no solo eso, si son tantas como los hilos de un mantel, tantas como las familias albergan celosamente sus recuerdos, como el trabajador diario traspasa sus conocimientos, como el buscador insaciable de oportunidades golpea y golpea, como los amantes esconden esa pasión que hace vibrar los estantes.
Es como perderse entre esas viejas casas de colores que trepan por los cerros de Valparaíso, puertas que se anclan al piso, puertas que encierran a través de un marco, que huelen a madera y barniz, a dinero y a juerga, a lástima y a perdón, esas puertas que finalmente son liberación, que nos elevan más alto, que esconden nuestro pudor, que guardan nuestras penas. ¿Una puerta? ¿una sola? Qué difícil, mejor escribo sobre otra cosa.

domingo

Crónica de un viaje por cuerdas y tambores

El vitoreo era imparable, entonces, a la hora acordada, las luces se apagaron.Crecimos en voz, ensordecimos la ciudad con manos y bocas que invocaban un solo nombre en común...
Comenzaron a sonar un par de instrumentos, suficiente para sentir como se erizaba cada vello de mis brazos, como subía ese escalofrío por mi espalda hasta llegar a mi nuca, como me tiritaron las piernas e inevitablemente me dejé llevar. Fue una eternidad de luz, de alegría, de baile, de fuego, de sol nocturno, y fiesta.
Luego nos bendijo mientras tocaba la guitarra, nos encomendó a Dios... como si no supiera que gracias a sus cuerdas, me había sentido junto a él hacía más de dos horas.

lunes

N

Cuando miré el celular sin señal éste marcaba la 18:30 y, como ya era costumbre, el viento comenzó a soplar con fuerza en el desierto. "Qué grande que son Los Andes" pensé mientras contemplaba la inmensidad de las montañas, esas que confundían la perspectiva, la profundidad y el punto de fuga de ese enorme Atacama, que se mezclaba en los hermosos tonos que iban desde el grano de café oscuro a una flor de violeta intenso, uniendo nubes, fumarolas, cielo y tierra.
Comenzó a bajar la temperatura, escuché el viento. Me sentí bien.

martes

Punto y coma.

Rodrigo había estado en coma desde hacía 14 años, en dos semanas cumpliría 15, y lo sabía.
Sin embargo, ese anochecer de enero se sintió diferente, creyó que suspiraba, que podía mirar las escaras que envolvían ese cuerpo malgastado... supo que esa noche moriría. Adoptó una posición de costado, como un feto, se tapó bien con las sábanas de esa cama de hospital que ya era tan suya, y exhaló... o al menos creyó hacerlo.

miércoles

Aldito el hediondito

Entonces, sentado en la sala de clases y con la profesora mirándolo directamente a los ojos, Aldo comenzó a pasar lista por su cabeza, pero hacia atrás, como buscando algo en particular en su pasado, sintiendo constantemente la certeza de que había un recuerdo anterior a ése. La voz de Lorena, la profesora, se alejaba cada vez más, al igual que el ruido constante de los autos que paseaban por la avenida contigua a la Universidad y el murmullo de la sala de clases. Todo se acallaba, y un Aldo profundamente concentrado transitaba en su cuenta regresiva por los 5 años de edad y seguía retrocediendo.

De golpe abrió los ojos, había llegado a su primer recuerdo, le parecía fantástico el hecho que una persona con la fama de su mala memoria, lograra vislumbrar algo tan antiguo que ni siquiera tenía la certeza de la edad de ese entonces.

Su primer recuerdo era un tanto traumático, y cómo no, si que te cambien un pañal es un acto que, con un poco más de edad, uno asume con vergüenza y serio pudor.

En esos días, Aldo se encontraba en los tiernos y cálidos brazos de su madre, con las piernas separadas abarcando abdomen y espalda, un brazo colgaba mientras el otro intentaba abarcar el tremendo cuello de esa mujer. Entre tanto, con la boca, intentaba desprender aunque fuera una gota de leche de ese enorme cuello, el cual por más que succionaba y medio mordía con las encías, no cedía una sola gota de ese tan perfecto elixir. Aldo no entendía muy bien por qué no resultaba, pero no por eso se rendía.

Con ternura lo posaron sobre una sólida superficie, pero sin separarse de la misma manta tibia que lo tenía envuelto en los brazos de su madre.

Entonces comenzó el ritual, el suave sonido del velcro desprendiéndose marcaba un hito, el antes y el después de la comodidad. Aldo comenzó a sentir las corrientes de aire en su entrepierna, mientras a la madre se le dilataban las pupilas y la mueca en su rostro se hacía insostenible, el amor más grande de todos sucumbía y pedía clemencia ante ese penetrante olor. Ella tomó ambos pies de su hijo con una de sus dos manos y, haciendo una peripecia digna del circo chino, tomó con la otra el lejano envase de crema. Aldo entendió que no todo iba a estar bien, lo cual se hizo claro al primer contacto de ese gélido líquido con los redondos glúteos del bebé; el frío era tal que sólo se podía comparar a un iceberg contiguo a la tibia piel de aquella guagua; con un algodón la madre esparció y limpió todo el cuerpo de su “Tatito”, como ella le decía cariñosamente.

Luego de una exhaustiva limpieza a base de algodón, cremas, amor, y una buena dosis de equilibrio, la madre tenía listo y lleno de talco a Aldito. Pero fue sólo el mismo sonido que hiciera comenzar el rito el que acabaría con él, el sonido del velcro nuevo y el inicio de una etapa de limpieza y movilidad se celebraba en los ojos de Aldo, quien claramente dichoso por su nueva condición pulcra se lo agradeció a su madre, otorgándole una de esas sonrisas que pueden provocar una acción en cadena, porque permite que quien la vea, la imite y se la devuelva al mismo emisor, a Aldito… el hediondito.

lunes

Huellas

Ese poco de poesía que salpicas en la arena cuando levantas tus pies al caminar, hace que sienta el corazón lleno de letras, intento amoldarlas, mezclarlas, unirlas... entenderlas; mas no se dejan ya que si intento tomar alguna, rápidamente despierta ese volar errático que me recuerda a las mariposas, se aleja.

¿Habrá que domesticarlas una por una?, darse el tiempo necesario para descifrarla, recostarse junto a ella en esas verdes colinas que te ofrecen los sueños, donde respiras profundo el aire fresco que recorre tu interior. Dormir junto a ella, para lograr ponerse en su lugar, para que te crea cuando le dices que la citarás en total conocimiento de lo que quieres dar a entender. Pero eso toma mucho tiempo, destinar tantos anhelos para conseguir una sola palabra cuando siento que necesito miles para que yo mismo pueda entender. Quizás lo mejor que puedo hacer es tan solo recoger esa poesía que botas con tus pasos, llenar mis bolsillos y mis brazos, cargarlas sobre mis hombros y mi cabeza... no, tampoco soy ese gigante de enormes proporciones que puede abarcar tanta rima, solo soy un enamorado sumergido en la búsqueda de esa palabra, esa sola palabra que me permitirá explicarte alguna vez, porqué duermo tan bien, cuando lo último que pienso es en ti.

miércoles

Burbuja

Amarte a tales niveles, que se ponga celosa tu cama, que tus paredes no me quieran ver, que esa puerta quiera lanzarme esa cerámica con tu nombre que cuelga en su costado, o que las hojas de tu diario quieran cortar mi piel. Besarte con tanta pasión que incendiemos de furia a la gente que viene a ti, que me golpeen para reaccionar y continuar amándote. Rozar tu cuello, tus hombros, tus pechos, esos muslos, tu cuello y tu alma. Tú no lo sabes pero te amo.
Sácame de aquí, de esta insípida burbuja de vidrio, conviérteme en tu amante, o como última opción, agita tanto este, mi mundo, que se levante nuevamente la nieve que me envuelve, nieve de mentira, como esta casa de plástico, como yo, ese muñeco de nieve que solo ruega por despertar entre tus brazos una sola vez.